Todo lo que somos en el presente es fruto de circunstancias y decisiones del pasado. Se dice que el pasado es un buen referente de aprendizaje para no cometer los mismos errores en el presente o en el futuro; sin embargo, nosotros consideramos que es un pésimo referente.
El pasado nos forja, pero conforme pasa el tiempo maduramos y cambiamos, por lo tanto, ya no somos las mismas personas. Esto hace que no podamos comparar nuestro presente con lo que ya está escrito en nuestro pasado. Cada acontecimiento que se dio en nuestro pasado estuvo asociado con muchos factores de ese momento: nuestra forma de pensar, nuestro carácter, nuestro alrededor, es por esta razón que no se puede comparar. Como dijo Heráclito, “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”
Así como nosotros cambiamos, los otros también experimentan cambios en su vida. Los otros se renuevan y nuestro alrededor cambia. Las personas no se mantienen uniformes a lo largo del tiempo y lo que hemos vivido con ellas en el pasado no es garantía de lo que pueda pasar en el presente o el futuro.
El pasado ya está escrito y ya no se puede modificar, estar recurriendo a él es aferrarse a condiciones y situaciones que ya no se pueden alterar. Antes de querer recurrir al pasado es mejor ver hacia el futuro que corresponde a un mundo abierto de posibilidades de acción.
Muchas personas justifican sus circunstancias actuales debido a su pasado. El cual efectivamente influyó, pero, lo que haya pasado anteriormente, no nos imposibilita la posibilidad de cambiar y modificarnos a partir del ahora y no a partir de lo ocurrido.
Incluso si vemos al pasado tomándolo como un referente al cual seguir esto puede ser un arma de doble filo. Si buscamos replicar o tomar como ejemplo lo que fuimos anteriormente estamos también limitándonos a que podamos ser mejores, a que podemos transformarnos y dar mucho más de nosotros mismos. |